El pasado mes de junio, Amazon compró la cadena de supermercados Whole Foods por 13,7 billones de dólares, siguiendo su política de expansión corporativa. Los trabajadores de Whole Foods, mal pagados, pero que ya conocen las brutales condiciones laborales de los trabajadores de la Amazon, inmediatamente temieron que esas mismas condiciones aún peores se extendieran a sus tiendas. Los trabajadores de almacén de Amazon padecen unos ritmos de trabajo tan extremo que algunos terminan en la sala de urgencias. También deben cumplir unos objetivos muy altos, y en caso de no hacerlo, el resultado puede ser el despido.
Su temor está más que justificado, ya que Amazon ha implementado un nuevo sistema de objetivos en las tiendas Whole Foods semejante a las condiciones existentes en sus almacenes. Este nuevo sistema penaliza a los trabajadores por las infracciones más nimias, como tener artículos en las baldas que estén unos centímetros fuera de lugar o alcanzar menos del 90% de los objetivos puede, que puede ser motivo de despido.
Bajo estas condiciones, el estrés de los trabajadores es constante. Las tiendas son evaluadas dos veces a la semana e incluidas en un ranking interno. Un trabajador comentó “Me levanto en medio de la noche con pesadillas sobre mapas e inventarios, sueño que el supervisor regional viene y ve una cosa mal y suspende al equipo. La atmósfera de trabajo es muy tensa. Se está volviendo normal ver a alguien llorar en el trabajo” (Business Insider, 2/1/2018).
Ahora incluso intentan incorporar a Whole Food a su modelo de distribución en algunas ciudades, garantizando las entregas de pedidos desde la tienda al domicilio en dos horas. Los conductores de reparto de Amazon también se enfrentan a tiempos muy ajustados, con apenas pausas para ir al baño, a menudo corriendo para alcanzar los objetivos. Podemos esperar condiciones similares para los repartidores de Whole Food. Se trata de otro intento de Amazon por exprimir a sus trabajadores, aumentando la productividad sin ningún aumento de plantillas ni de salarios.
La distopía de Amazon
Amazon también ha sido noticia recientemente por haber patentado muñequeras que podrían utilizarse para registrar cada movimiento de sus trabajadores en almacenes. Tales muñequeras incluyen dispositivos de rastreo que monitorizan dónde están tus manos en relación a la ubicación del inventario, y pueden registrarlo todo: desde el tiempo que empleas en ir al baño hasta cuánto trabajo pierdes mientras te rascas la nariz. Estas muñequeras también pueden emitir vibraciones ante cualquier error como rascarte la nariz o extraviar artículos.
Mientras los trabajadores se enfrentan a sanciones o consecuencias ante el más pequeño error, el director ejecutivo de Amazon, Jeff Bezos, gana billones de dólares. Ahora es el hombre más rico de la Tierra, con una fortuna de 100 billones de dólares. Esa riqueza viene de extraer más y más plusvalía de sus trabajadores mientras les paga una mísera parte de la riqueza que estos crean con su trabajo.
Sometidos a una presión creciente, la necesidad de los trabajadores de organizarse y luchar se ha vuelto más clara. Los trabajadores movilizados tienen el poder de cerrar almacenes y tiendas. Amenazando los beneficios de Amazon podrían alcanzar grandes conquistas en sus condiciones salariales y de trabajo. La mayoría de estos trabajadores no llegan al salario mínimo, y el estrés de intentar llegar a fin de mes mientras se enfrentan al deterioro de las condiciones laborales puede ser la chispa que se necesita para iniciar una campaña organizativa que podría extenderse por el imperio de Amazon, y también a toda la industria logística que da trabajo a cuatro millones de personas.
Amazon teme a los trabajadores
Whole Foods y Amazon temen a los trabajadores sindicalizados, por todo lo que éstos podrían conseguir luchando de forma organizada. Por esto, los intentos de organizar a los trabajadores de Amazon se enfrentarían a una respuesta brutal de la dirección, como ha sucedido en el pasado. Aquellos que intentaron organizar el sindicato en uno de sus centros logísticos se enfrentaron a enormes presiones. Amazon contrató expresamente una empresa especializada en boicotear la organización sindical y fueron derrotados, lo que demuestra que es necesario volver a recobrar las estrategias militantes y tácticas que construyeron el movimiento obrero en sus inicios.
Los trabajadores deben luchar contra estas condiciones cada vez más brutales organizando una campaña lo más poderosa posible, coordinándose con los trabajadores en otros almacenes y sindicatos. La organización democrática en torno a demandas claras como el establecimiento de un salario mínimo digno, la mejora de las condiciones laborales y el derecho a sindicarse, asestarían un duro golpe contra Amazon y la patronal en general, y señalarían el camino de la lucha para otros muchos trabajadores de todo el país.