Tras la derogación del Impuesto sobre Amazon

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Tras la vergonzosa traición del Partido Demócrata, derogando el impuesto aprobado semanas antes sobre Amazon en Seattle, que tenía por objetivo financiar viviendas asequibles, los costes de las viviendas continúan incrementándose agravándose el problema. Actualmente, casi la mitad de los inquilinos de la ciudad dedican un 30% de sus ingresos a pagar el alquiler, y una quinta parte gasta más de la mitad de sus ingresos en vivienda.

Al igual que en otras ciudades importantes de los EE.UU., la relación desde hace tiempo entre el aumento de las rentas y la falta de vivienda está teniendo un coste humano cada vez mayor. Seattle padece actualmente la tercera peor crisis en cuanto personas sin hogar del país, con 53 personas muertas ya en las calles este año, mientras que el número de estudiantes sin hogar aumentó un 22% en solo un año.

Fue en este contexto en el que siete miembros del Consejo Municipal de Seattle votaron el 12 de junio para revocar el impuesto sobre Amazon, capitulando frente a la brutal presión empresarial ejercida de cara a anular dicha ordenanza, aprobada por unanimidad menos de un mes antes. Daniel Beekman, del diario Seattle Time, habló de una “increíble revocación sin precedentes en la historia política reciente de Seattle”.

Mientras tanto, la riqueza de la elite empresarial de Seattle continúa creciendo a una velocidad vertiginosa. Es una paradoja, que no ha pasado desapercibida para millones de trabajadoras y trabajadores en Seattle y en todo el país, que el multimillonario más rico del mundo, Jeff Bezos, intimide a toda una ciudad por un impuesto que le supondrá 47 centavos por hora, especialmente tras los recortes masivos de impuestos empresariales aprobados por Trump.

Hay que decirlo con claridad, la derogación del impuesto perpetuará esta terrible realidad, ya que a pesar de que algunos concejales han hablado en abstracto sobre un posible “Plan B” para resolver el problema de la vivienda, hasta ahora, no se ha presentado ninguna alternativa. Si Amazon y los políticos a su servicio continúan saliéndose con la suya, todos sabemos cuál será esa “alternativa”: la continuación de la crisis de la vivienda y una tributación regresiva, recayendo los impuestos y las responsabilidades sociales abrumadoramente sobre las espaldas de las familias trabajadoras humildes.

Pero esta capitulación ha clarificado como nunca las cosas, poniendo encima de la mesa que enfrentarse a grandes multinacionales requerirá construir una alternativa política. Los grupos progresistas y socialistas en Seattle que han liderado el movimiento por el derecho a una vivienda digna deben unirse de cara a las elecciones de 2019, eligiendo candidatos de izquierdas independientes que se enfrenten a los cuatro concejales más activa y notoriamente al servicio de las grandes corporaciones y que encabezaron la oposición al impuesto (Harrell, Bagshaw, Juárez y Jonson). Al mismo tiempo, el lamentable espectáculo de los llamados Demócratas de izquierda Herbold y O’Brien, que también se han arrodillado ante la presión de Amazon, demuestra que para tener candidatos realmente fiables, tenemos que organizar una nueva Alianza de Izquierdas, completamente independiente respecto de la elite empresarial y respecto del Partido Demócrata.

Tanto los trabajadores y trabajadoras en Seattle como las y los socialistas tenemos la oportunidad de dar un ejemplo al resto de Estados mostrando cual es el camino. Un potencial que ya hemos visto en 2017 con la presentación por el Partido del Pueblo de Seattle de Nikkita Oliver y de Jon Grant por los Socialistas Democráticos de América (DSA). Sobre esta bases, una Alianza de Izquierdas en 2019 podría unir fuerzas en defensa del Impuesto sobre Amazon incluyéndose en la misma a Socialist Alternative, la campaña Housing for All, el sindicato de conductores de autobús de Seattle, el DSA, el Partido del Pueblo, otros sindicatos de izquierda, y muchos otros colectivos. Esta Alianza de Izquierdas, contando con una estrategia seria de construcción del movimiento, puede darnos una voz política unificada de cara a desafiar a Amazon y a las grandes multinacionales.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

La crisis de la vivienda de Seattle no comenzó de la noche a la mañana, gestándose durante décadas. Durante la presidencia del establishment demócrata se ha trabajado mano a mano con los grandes capitalistas. Pero el modelo de “dejar que el mercado se autoregule” nunca funcionará, ya que los capitalistas construyen para conseguir los mayores beneficios posibles, es decir, viviendas de lujo y no viviendas asequibles.

Señalaron que 48 millones de dólares anuales de cara a construir viviendas públicas asequibles era demasiado desde el puno de vista de las prioridades que debía afrontar la ciudad. Sin embargo, se acaba de aprobar un proyecto para un centro de convenciones e infraestructuras en el centro de la ciudad por 1.600 millones de dólares, una muestra de ostentación por parte de la industria hotelera.

Sectores empresariales y conservadores que se opusieron al Impuesto a Amazon lo justificaron argumentando que “la ciudad está gastando 61 millones de dólares al año y la crisis de las personas sin hogar no se ha solucionado”. Pura demagogia, que demuestra su cinismo y su incomprensión sobre la dimensión del problema. Un estudio reciente estimó que serian necesarios 410 millones de dólares anuales en el condado de King para poder comenzar a afrontar este problema, sin incluir la necesidad de un proyecto más amplio de cara a proporcionar viviendas asequibles a trabajadores y trabajadoras que están siendo expulsados del centro de la ciudad por los altos precios de la vivienda.

De hecho, nuestro movimiento no lucha para que la mayor parte del dinero se gaste en servicios temporales de cara a las personas sin hogar, sino que exige la construcción de viviendas de propiedad pública asequibles. Se trata de abordar el problema de las personas sin hogar como un primer paso en la construcción masiva de viviendas sociales para poder comenzar a ofrecer a las y los trabajadores una alternativa real frente al mercado privado de viviendas.

El propio Estado de Washington, donde está Seattle, tiene el sistema de impuestos más regresivo del país, lo que no surgió de la noche a la mañana, sino como consecuencia de años de capitulación del Partido Demócrata ante las grandes empresas y los líderes republicanos.

La victoria inicial de nuestro movimiento imponiendo un impuesto a Amazon destacó como un ejemplo a seguir tras décadas de recortes de impuestos a las grandes corporaciones y de ataques a los servicios públicos, y por eso mismo recibió tanta atención a nivel nacional, e incluso internacional, y el apoyo de Bernie Sanders.

Tal y como señaló el Washington Post, la conclusión de esta vergonzosa marcha atrás es que Amazon supo moverse y presionar de cara a obtener lo que quería. Pero no pensemos ni por un momento que los ejecutivos de Amazon se detendrán ahí.

¿Una lucha imposible de ganar?

Algunos concejales explicaron que sus razones para capitular respecto al impuesto sobre Amazon eran criticables pero necesarias ya que, en palabras de la concejala Lisa Herbold, el referéndum lanzado por Amazon mediante la campaña Ningún impuesto contra los puestos de trabajo gozaba de “recursos ilimitados” convirtiendo la defensa del impuesto en “una batalla imposible de ganar en este momento”.

Digo todo esto a pesar de mi respeto hacia la concejala Herbold, una progresista sincera que apoyó este impuesto desde el comienzo, desde el otoño pasado cuando la campaña por un Presupuesto Popular presentó por primera vez la exigencia de gravar a las grandes multinacionales de cara a construir viviendas asequibles.

¿Quién dijo que esta sería una batalla fácil?

Era de prever que estas grandes corporaciones hicieran el máximo esfuerzo de cara a revocar el impuesto en dicho referéndum, tal y como intentaron también en la exitosa lucha por el salario mínimo de 15 dólares. Desde el principio, Socialist Alternative y yo señalamos que las grandes multinacionales se opondrían con ferocidad a dicho impuesto. Muchos de los concejales progresistas y algunos dirigentes de las diferentes comunidades parecían creer que dicha oposición podría neutralizarse haciendo concesiones drásticas -como por ejemplo reducir a la mitad la petición original de 150 millones de dólares- en lugar de construyendo un movimiento de lucha de cara a derrotar a estas grandes empresas.

La lucha por cualquier reforma seria requiere preparar una oposición firme contra las maniobras de estas grandes empresas y afrontar también los reveses sufridos en el camino, ya que los intereses de las y los trabajadores y de la clase multimillonaria son irreconciliables bajo el capitalismo. Por eso yo soy socialista.

¿No se podía ganar el referéndum? Yo no lo creo. Un buen ejemplo ha sido la victoria de Alexandria Ocasio-Cortez, miembro del DSA, como candidata de distrito de Queens Berniecrat, que se impuso derrotando a una de las principales figuras del Partido Democráta, Joe Crowley, el cuarto cargo en importancia de los Demócratas en la Cámara de Representantes. ¿Y cómo lo hizo? Con una amplia y potente campaña desde base y con audaces reivindicaciones de izquierdas como “Medicare para todos” o “Abolir el ICE”. Todo a pesar de la oposición del establishment Demócrata y partiendo con una desventaja de 10 a 1 en todas las encuestas frente a Crowley.

Pero incluso si hubiéramos sufrido una derrota en el referéndum, debemos entender que cualquier progreso importante raramente se produce en línea recta. La victoria para conseguir la igualdad matrimonial para parejas del mismo sexo se construyó durante décadas y sufrió muchos reveses. La derrota que sufrió inicialmente la Proposición 8 de California por dicha igualdad matrimonial se convirtió finalmente en su contrario fortaleciendo al movimiento y permitiendo años después obtener una victoria definitiva.

El verano pasado, Minneapolis se convirtió en la primera ciudad del medio oeste en aprobar un salario mínimo de 15 dólares. Pero no se consiguió esto de la noche a la mañana, superándose constantes reveses como la derrota por una margen muy estrecho de la candidatura socialista al ayuntamiento de Ty Moore en 2013, que popularizó la campaña de los 15$, y posteriormente la revocación momentánea de esta medida por parte del Ayuntamiento de Minneapolis. Pero con una táctica de lucha adecuada y una poderosa campaña desde la base finalmente conseguimos que se aprobara el año pasado el salario mínimo de 15$ por hora a través de la campaña de Ginger Jentzen, por Socialist Alternative, al Ayuntamiento.

Nuestra lucha para imponer impuestos a Amazon no se ha detenido. Pero no tengo ninguna duda de que durante dicho referéndum podríamos haber construido una poderosa campaña en toda la ciudad ganando a decenas de miles de personas, y comenzando a trazar un camino de cara a construir un movimiento amplio para gravar a las grandes tecnológicas y a las grandes multinacionales a nivel nacional.

A pesar de las encuestas inicialmente desfavorables en la ciudad, el comienzo de la lucha por ganar el referéndum era muy prometedor. Millones de trabajadores y trabajadoras se sintieron inspirados por nuestro ejemplo, surgiendo luchas similares en otros lugares. A pesar de su derogación, el impuesto a Google que se está discutiendo en Silicon Valley debe decidirse este próximo noviembre a través de una votación. Desgraciadamente ahora, habiendo votado la revocación del impuesto, los siete Demócratas del Ayuntamiento de Seattle han enviado un mensaje confuso e incluso desalentador, cumpliendo con las expectativas de los ejecutivos de Amazon.

Antes de la derogación, Socialist Alternative ya estaba preparando y organizando el lanzamiento de una campaña masiva de cara a derrotar en el referéndum dicha derogación, discutiendo con diversos grupos y colectivos progresistas cómo hacerlo. No tenemos garantías de que esta o cualquier otra lucha se pueda ganar, pero lo más desalentador y dañino es aceptar la derrota sin siquiera plantar batalla.

Un punto de inflexión en la política de Seattle

Las y los trabajadores han perdido con esta capitulación de los Demócratas más que una batalla, ya que han estimulado significativamente a las grandes empresas y a diferentes grupos populistas de derechas que han surgido recientemente como Speak Out Seattle y SAFE Seattle. Muchos miembros de dichos grupos, que utilizan una retórica anti-indigentes y anti-pobres, con argumentos derechistas, sin duda ya estaban animados por el ascenso de Trump y el populismo de derechas a nivel nacional, incluso aunque una parte de sus miembros también se identificaran como Demócratas. Tras la votación que derogó el impuesto, se reunieron en un restaurante, propiedad de la ex candidata pro-empresarial del Ayuntamiento Sara Nelson, para celebrar su victoria y plantear sus próximos pasos. Tim Ceis, consultor artífice de la vergonzosa campaña contra los pobres Ningún impuesto contra los puestos de trabajo, confirmó el nuevo objetivo que persiguen en el diario The Atlantic: “¿Qué es lo que queremos? Un nuevo ayuntamiento”.

Todo esto implica que nos encontraremos el próximo año ante las elecciones más polarizadas al Ayuntamiento de Seattle en décadas, y debemos tener muy claro que no podemos dar marcha atrás en nuestra lucha. El resultado de esta capitulación para las y los trabajadores y la izquierda no es la paz, sino un crecimiento mayor de la derecha y de las políticas pro empresariales.

¿Un impuesto a los empleos o a las grandes multinacionales?

El impuesto sobre Amazon era justamente lo contrario a un impuesto sobre el empleo o sobre las y los trabajadores. Era un impuesto que llegaba con retraso sobre las empresas más ricas y específicamente sobre el 3% de las más ricas en Seattle. Amazon, Starbucks y Vulcan lo sabían, y por eso se han opuesto contundentemente al mismo impidiendo que se establezca un precedente.

De hecho, el impuesto sobre Amazon habría creado cientos o miles de empleos, inyectando 50 millones de dólares anuales en la construcción y en el desarrollo de servicios sociales, y generando muchos otros empleos fruto de los efectos económicos derivados de esta inversión.

¿Habrían recortado salarios o empleo las grandes empresas, o habrían actuado de cara a que los trabajadores pagaran el (modesto) impuesto sobre Amazon? Como doctora en economía y como socialista puedo destacar que no es tan sencillo o sensato actuar así para las empresas. En primer lugar, este impuesto suponía una gota de agua para Amazon, Starbucks y el resto de multinacionales, que ya habían ahorrado una cantidad muchísimo mayor a través de los recortes fiscales a las grandes empresas aprobados por Trump. Además, bajo este sistema, estas grandes empresas pagan los salarios que el mercado les obliga a pagar, por lo que ahora mismo podrían recortar los salarios de las y los trabajadores aunque ya no exista dicho impuesto. Por otro lado, si encontraran un lugar más rentable donde instalarse, no dudarían en deslocalizar los puestos de trabajo que fueran necesarios. Amazon está en Seattle porque hay muchos trabajadores altamente cualificados en la ciudad que han utilizado en su propio beneficio de cara a convertirse en la segunda corporación más rica del mundo. Deslocalizarán empleos siempre y cuando les convenga económicamente, independientemente de que se aprueben impuestos modestos como este.

Pero debemos tener claro que bajo el capitalismo, las grandes corporaciones pueden llevar adelante cualquier tipo de amenazas. Amazon podría haber detenido la construcción de su torre y acabar con los 7.000 empleos de dicho proyecto, incluso aunque les hubiera costado una gran cantidad de dinero, con el único fin de dar un escarmiento a Seattle. Por supuesto, al final reanudaron la construcción de la torre ya que la mayoría de dichas amenazas son mera palabrería.

El ejemplo de Boeing es una buena muestra de que la capitulación no es una solución. Dos de los mayores planes de ayudas públicas de la historia de los Estados Unidos fueron llevados a la práctica por el Estado de Washington en favor de los ejecutivos de Boeing, pero incluso así finalmente deslocalizaron todos los puestos de trabajo.

Esto demuestra que capitular ante el acoso corporativo es una estrategia que solo conlleva fracasos. Hacerlo solo alimenta aún más la carrera de fondo del capitalismo, permitiendo que las grandes multinacionales enfrenten una ciudad a otra y a los trabajadores entre sí.

Campaña de mentiras y desinformación de los medios de comunicación de la burguesía

Los medios de comunicación de las grandes empresas desataron una enorme campaña de confusión respecto al Impuesto sobre Amazon, al tiempo que impulsaban la campaña Ningún impuesto contra los puestos de trabajo recogiendo firmas de manera muy deshonesta y cínica, entre otras cosas desatando una campaña contra los pobres y las personas sin hogar. Entre las muchas mentiras descaradas que utilizaron, dijeron que el impuesto se aplicaría sobre las y los trabajadores y no sobre las grandes empresas. De esta manera consiguieron crear cierta confusión temporal, como demostró una encuesta del 13 de mayo que señalaba que el 54% de las personas encuestadas se oponían al impuesto aprobado.

Sin embargo, existe un amplio respaldo general de cara a gravar a las grandes multinacionales y a los ricos en los EE. UU. ¿Es Seattle de alguna manera menos progresista que el resto del país a este respecto? No lo creo. Lo que hemos visto es una campaña masiva de desinformación que debe ser contrarrestada en las calles organizando un movimiento desde la base.

 

¡Por una alternativa a las políticas pro empresariales!

Los trabajadores necesitamos establecer nuestras propias líneas rojas. Pero para hacerlo, necesitaremos construir un movimiento más fuerte. Debemos trabajar durante los próximos meses para preparar el lanzamiento de una amplia Alianza progresista que luche por viviendas asequibles y por reemplazar a los políticos del establishment en el Ayuntamiento de Seattle.

Necesitamos de un nuevo partido de masas en EE.UU. que luche sin ambigüedad por las y los trabajadores y los oprimidos, y que no acepte dinero de las grandes empresas. Si bien las fuerzas para lanzar dicho partido a nivel nacional aun no existen, los grupos progresistas y socialistas en Seattle están en una buena posición de cara a conseguirlo a nivel local. Ha llegado el momento de comenzar a construir una Alianza de Izquierdas en Seattle, que sea capaz de aglutinar a los diferentes movimientos sociales. Organizados, las elecciones municipales de 2019 nos pueden dar la oportunidad de conseguir importantes avances, comenzando una lucha sistemática de cara a arrebatar el control de nuestra ciudad de las manos de las grandes empresas y de cara a imponer una agenda política verdaderamente transformadora.

Por último, no estamos haciendo ninguna concesión respecto al Impuesto sobre Amazon, y seguimos exigiendo el prometido “Plan B” de cara a tener viviendas asequibles y servicios sociales para personas sin hogar. En el próximo presupuesto en otoño, lucharemos por un mínimo de 50 millones de dólares anuales, como punto de partida básico, este año y los siguientes hasta que podamos aprobar un impuesto a las grandes empresas más potente y permanente. Como ya hicimos antes, la única forma de ganar será construyendo una poderosa campaña desde la base. Haremos campaña no solo por un impuesto para las grandes empresas, sino también, en términos más generales, por un auténtico “Presupuesto popular”. La votación del presupuesto tendrá lugar este otoño, pero la lucha debe comenzar ya.

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