Estas últimas semanas hemos visto a la administración de Trump implicarse en una serie de provocaciones en Oriente Medio que han aumentado la tensión en la región y que podrían incluso contribuir al estallido de un conflicto a gran escala. Por eso es necesario que los trabajadores en EEUU y en el resto mundo se rebelen contra estos peligrosos movimientos de Trump construyendo un poderoso movimiento contra la guerra y el imperialismo.
Provocaciones
El 14 de mayo Ivanka Trump y Jared Kushner representaron a la administración en la apertura de la nueva embajada estadounidense en Jerusalén, una ciudad que los palestinos también reclaman como su capital. Esta jugada fue vista como un triunfo por el régimen reaccionario de Netenyahu el mismo día que las fuerzas israelíes masacraban a 60 manifestantes palestinos en la frontera entre Israel y la franja de Gaza, disparando contra más de 3.000. Echando aún más sal en la herida, la administración Trump alentó a los israelíes para que culpasen a los palestinos de la masacre.
A esto le siguió, en abril, la orden de bombardear objetivos en Siria, como respuesta a un presunto ataque del régimen de Assad con armas químicas contra un pueblo cerca de Damasco. El objetivo real del ataque estadounidense era hacer valer los intereses del imperialismo estadounidense, ya que Assad y sus aliados rusos e iraníes llevan cada vez más la iniciativa en la guerra civil Siria.
Pero por el momento, el paso más consecuente dado por Trump ha sido salir del acuerdo nuclear con Irán que también incluía a naciones europeas clave y a Rusia y China. Trump y Netanyahu sostienen que el régimen Iraní sigue desarrollando armas nucleares, pero casi todos los expertos coinciden en que el acuerdo estaba logrando su objetivo inicial de prevenir que Irán avanzase rápidamente en esa dirección.
La amenaza de Trump de volver a imponer sanciones a Irán y a las compañías que hacen negocios en Irán, busca, claramente, forzar un “cambio de régimen” en Irán. Pero a corto plazo, esta medida probablemente permita al régimen clerical reunir más apoyo, a pesar del descontento social masivo existente en la sociedad iraní. La retirada del acuerdo nuclear también fue un golpe en la cara para los “aliados” europeos. Con este intento de dinamitar el acuerdo, EEUU ha contribuido a mostrar el poco interés que Trump tiene por mantener el entramado de “relaciones internacionales” de la posguerra.
Las maniobras de Trump contra Irán son tremendamente desestabilizadoras y apuntan hacia una guerra regional de EEUU, Israel y Arabia Saudí contra Irán, a quien apoyaría Rusia y quizás China. La guerra en Siria, al igual que en Yemen, ya ha tenido elementos de lucha de poder entre estas alianzas imperialistas. Recientemente Israel bombardeó una serie de posiciones en Siria insinuando que las fuerzas iraníes luchan del lado de Assad.
Giro a la derecha
Resulta relevante que Trump haya reemplazado a su secretario de estado y a su asesor en seguridad nacional por Mike Pompeo y John Bolton. Como parte de la administración de Bush, Bolton fue uno de los máscomprometidos con la guerra de Irak y también reclamó bombardear Irán. Desde que llegó al puesto ha defendido la “solución libia” para el programa nuclear de Corea del Norte, planteando claramente un cambio de régimen. Mientras escribimos este texto, Trump ha anunciado que va a cancelar su tan publicitada cumbre con Kim Jong-un, al tiempo que comienza a aumentar la retórica bélica de nuevo.
Parece difícil de imaginar cómo el reaccionario régimen de Trump puede girar aún más a la derecha, pero ha abandonado su retórica aislacionista de la campaña de 2016 –cuando criticaba la guerra de Irak y hablaba de salir de Afganistán- en favor de una reafirmación agresiva de los intereses imperialistas norteamericanos.
La posición de Trump es también un intento claro de distraer a la opinión publica de las crisis que rodea a su administración. Es una maniobra clásica de regímenes dictatoriales o bonapartistas, de cara a apartar la atención de los problemas cotidianos, amenazar con una “pequeña guerra”. En el polvorín que es hoy Oriente Medio, este es un juego muy peligroso. Además, el apoyo completamente acrítico de Trump al régimen de Israel está relacionado con su alianza política con destacados pastores evangélicos de la derecha cristiana en los Estados Unidos, que ven el apoyo a Israel en los términos teológicos apocalípticos que se utilizaron en la apertura de la embajada en Jerusalén.
En realidad, a pesar de la bravuconería, la posición de los EEUU se ha debilitado enormemente a nivel global y en Oriente Medio en los últimos 15 años desde la catastrófica guerra de Irak y la permanente ocupación de Afganistán, y especialmente frente a la firmeza del imperialismo ruso y chino.
El ascenso de Trump es un reflejo de esta decadencia del imperialismo y contribuye además a agravarla. Pero la clase trabajadora de EEUU no tienen ningún interés en que continúen dichas políticas imperialistas que se basan en mantener el control del petróleo y otros recursos implicando costos masivos de los que solo se beneficia el complejo militar industrial, ataques terroristas y un enorme sufrimiento en todo el mundo. Estas políticas sirven a los intereses de los grandes capitalistas y multinacionales, y no a los intereses de la mayoría.
Una solución socialista
Las personas que esperan una oposición fuerte a Trump por parte de la dirección del Partido Demócrata estarán muy decepcionadas. Mientras defienden el acuerdo con Irán elaborado por Obama y John Kerry, han apoyado el bombardeo de Siria por parte de Trump. Los demócratas también han planteado una postura aún más agresiva hacia Rusia. En cada etapa, incluso aunque parecieran más razonables que Trump, han basado su posición en los intereses de la América capitalista y empresarial y no en los intereses de los trabajadores.
Y a pesar de que ningún solo político demócrata ha asistido a la apertura de la embajada de EE.UU. en Jerusalén, el senador Chuck Schumer apoyó la medida diciendo: “Yo apoye la legislación hace dos décadas para poder hacer esto y aplaudo al presidente Trump por haberlo hecho”. Históricamente, los demócratas han sido el partido más pro-Israel, basándose en la visión del imperialismo estadounidense que veía en Israel, durante la Guerra Fría, un bastión clave, junto a los regímenes árabes reaccionarios. Entre todos los políticos conocidos, Bernie Sanders se ha quedado prácticamente solo en su crítica abierta a las políticas asesinas del estado israelí en Gaza.
El Comité por una Internacional de los Trabajadores -con quien Socialist Alternative colabora políticamente- se opone a todos los regímenes capitalistas reaccionarios en Oriente Medio, muchos de ellos brutales dictaduras. Apoyamos a las y los trabajadores, como en el caso de los valientes sindicalistas que en Iran y Egipto se ponen en pie para defender sus derechos enfrentando muchas veces una represión salvaje. La clase trabajadora es la única fuerza capaz de terminar con las interminables guerras y las divisiones sectarias entre comunidades. Defendemos, por tanto, la retirada de todas las fuerzas imperialistas de Oriente Medio.
Nos solidarizamos con el pueblo palestino que exige el fin de la ocupación y la realización de sus legítimas aspiraciones nacionales, pero no vemos a la población israelí como una masa reaccionaria, sino como una sociedad dividida en clases. Tal y como el CIT planteaba en una declaración reciente:
“Es una sociedad de clases como otras a lo largo del mundo, con una de las brechas mas grandes entre ricos y pobres, donde un pequeño número de familias de “magnates” en lo mas alto controlan la economía. Los trabajadores israelíes se ven forzados a luchar día a día.”
Sobre las bases del capitalismo no hay salida, sino más guerras. Por eso, defendemos dos estados socialistas en Israel y Palestina dónde los trabajadores puedan unirse para resolver sus diferencias como parte de una Confederación Socialista de la región.
Tanto internacionalmente como en los EEUU hay una crítica creciente a las políticas de Israel, especialmente entre la juventud. Antes de que Trump y sus aliados arrastren a la región a una nueva y posiblemente mucho más devastadora guerra, debemos hacer de la solidaridad con el pueblo palestino un movimiento de masas contra la guerra y el imperialismo.